En vista de las lluvias caídas y las inundaciones generadas en Bahía Blanca, desde la SAPLAT manifestamos nuestra solidaridad y acompañamiento a todas/os los habitantes de esa querida ciudad y de las demás áreas afectadas por la catástrofe. Queremos expresar asimismo nuestro apoyo a las familias que han sufrido pérdidas de todo tipo.
Eventos climáticos de precipitaciones extraordinarias como este, en el que han llovido cerca de 300 milímetros en pocas horas, amenazan ser cada vez más recurrentes. Nuestras ciudades, infraestructuras y comunidades no están preparadas para ello lamentablemente.
Este desastre socio-natural nos muestra una vez más la necesidad de planificar y gestionar las ciudades y los territorios con enfoque de riesgos. El calentamiento global y sus efectos meteorológicos son reales y necesitamos adaptarnos atendiendo la complejidad del desafío.
En el corto plazo no sólo son necesarios el mantenimiento, el refuerzo y el completamiento de obras hidráulicas adaptadas al cambio climático; sino también organización comunitaria, sistemas de monitoreo y alerta temprana, planes de acción ante emergencias y recursos urgentes para la prevención.
Para el mediano y largo plazo es necesario planificar el desarrollo de nuestras ciudades teniendo en cuenta las características del territorio, considerando los viejos y nuevos peligros naturales y conociendo mejor las amenazas a las que estamos expuestos. Luego realizar mapas de riesgos y establecer usos del suelo previendo evitar daños en caso de que los eventos se desaten.
Mejorar la resiliencia para reponerse después del desastre es importante. Pero más importante es estar cada vez menos expuestos a las amenazas. Eso puede lograrse. La reconstrucción con participación de la comunidad y el mantenimiento eficiente son claves para mejorar nuestra situación frente a los peligros climáticos. Esto solo será posible con el involucramiento sincero de los tres niveles de gobierno.
Planificar la reconstrucción con enfoque de riesgos incluye no urbanizar en zonas con riesgo hídrico, no rellenar cauces de agua naturales o humedales, no ocupar áreas costeras expuestas a crecidas y oleaje, entre otras precauciones. Pero también dar oportunidad a la población de acceder al hábitat en zonas seguras; regular los usos del suelo en las cuencas hídricas y cuidar los ecosistemas como bosques y humedales que ayudan a mitigar peligros naturales. Finalmente, también realizar obras de gestión hídrica y de protección que amortigüen los eventos.
Para esto es necesario romper la inercia del desarrollo urbano en función solamente del mercado. Necesitamos entender las dinámicas de cada territorio, de sus cuencas hídricas, montañas, costas y desiertos, adaptarnos y generar las condiciones para que la población habite de modo seguro. Porque las personas son más importantes que las mercancías inmobiliarias es preciso reducir los riesgos que cuestan vidas.
Sostenemos que la planificación territorial es y seguirá siendo un instrumento válido de las comunidades que habitamos un territorio para gestionarlo en función del bienestar general. SAPLAT y sus socias/os estamos a disposición para contribuir a crear un futuro más seguro para nuestras ciudades y sus habitantes.
SAPLAT
