Ante las intensas lluvias y las graves inundaciones ocurridas entre el 16 y el 18 de mayo en el Norcentro de la provincia de Buenos Aires, desde la SAPLAT expresamos nuestra solidaridad y acompañamiento a las comunidades afectadas: familias desplazadas, productores rurales perjudicados, autoridades locales desbordadas, y todas las personas que han sufrido pérdidas materiales y afectivas.
Este evento climático extremo, con precipitaciones que superaron los 300 mm en algunos distritos en tan solo 48 horas, pone en evidencia una vez más la creciente frecuencia e intensidad de estos fenómenos. El denostado cambio climático se manifiesta así en la recurrencia de estos eventos meteorológicos cada vez más fuertes, dejando en claro que nuestras ciudades, infraestructuras y territorios no están preparados para afrontarlos, mucho menos si la concreción de obras públicas fundamentales es aplazada y abandonada sin fecha cierta, con consecuencias sociales, económicas y ambientales de gran escala.
Desde SAPLAT, una vez más, reiteramos la urgencia de planificar y gestionar nuestras ciudades y territorios con enfoque de gestión de riesgos socio-ambientales. El cambio climático es una realidad concreta, y sus efectos son cada vez más visibles. Necesitamos adaptarnos desde una mirada integral, preventiva y precautoria, que considere la complejidad de los desafíos actuales.
En el corto plazo, resulta indispensable sostener el mantenimiento y reforzar las obras de infraestructura hídrica, mejorar los sistemas de drenaje, recuperar los cauces naturales y fortalecer las redes comunitarias de monitoreo y alerta temprana. A su vez, es fundamental destinar recursos inmediatos para la asistencia a los damnificados y para la prevención de nuevas contingencias.
A mediano y largo plazo, urge encarar una planificación y ordenamiento territorial integral comprometidos, que contemplen la vulnerabilidad hídrica de las cuencas y zonas bajas, y que restrinja la expansión urbana y rural en áreas críticas como los cauces naturales y humedales que componen las cuencas hidrográficas. Deben realizarse mapas de riesgo y establecerse normativas de uso del suelo que contemplen los peligros actuales y futuros, con políticas, planes y programas que permitan a las comunidades establecer medidas de mitigación y adaptación a los efectos del cambio climático.
Mejorar la resiliencia es fundamental, porque aún más necesario es disminuir la exposición al riesgo y la vulnerabilidad al desastre de la población urbana y rural. Esto requiere un compromiso activo de todos los niveles de gobierno, central para la conclusión de obras significativas hoy paralizadas, junto con la participación de las comunidades locales, para reconstruir con criterios de seguridad socio-ambiental, equidad territorial y justicia social.
Evitar nuevas catástrofes no es una utopía: es una decisión política. Planificar, no urbanizar en zonas inundables, no obstruir cursos de agua, proteger humedales y bosques, y asegurar el derecho al hábitat en lugares seguros son medidas tan posibles como necesarias.
Desde SAPLAT, reafirmamos que la planificación territorial es una herramienta clave para construir un futuro más seguro, justo y sostenible para todos y todas. Nos ponemos a disposición de las autoridades, instituciones y comunidades para contribuir con nuestras capacidades y saberes a ese objetivo común.
SAPLAT.